DEFINICIÓN Y DIAGNÓSTICO
Se define una Parada Cardio-Pulmonar como el cese brusco de la circulación sanguínea con la consiguiente interrupción del aporte de oxígeno a los tejidos.
Para determinar la existencia de una Parada Cardio-Pulmonar diferenciaremos la parada cardiaca de la pulmonar.
Diagnóstico de una parada cardiaca:
- Pérdida brusca de la consciencia.
- Ausencia de pulsos en las grandes arterias (carótida, femoral, humeral, etc.)
Son signos adicionales:
- La presencia de apnea (ausencia de respiración) o patrón respiratorio ineficaz,
- Cianosis (coloración azulada de la piel, sobre todo en labios y zonas dístales frialdad en las extremidades y dilatación pupilar.
Diagnóstico de una parada respiratoria:
A) Completa:
- Ausencia de paso de aire
- No se oye flujo
- Dificultad para insuflar aire
- Incapacidad para toser
- Escasa o nula expansión torácica
- Tiraje supraclavicular e intercostal
B) Parcial:
- Ausencia de ruidos respiratorios
- Ronquido (hipofaringe)
- Estridor (laringe)
- Sibilancia (bronquial)
- Gorgoteo (cuerpo extraño)
- Si existe, capacidad para toser
ACTUACIÓN: REANIMACIÓN CARDIO-PULMONAR (RCP).
La RCP es el conjunto de maniobras encaminadas a revertir una parada cardio-respiratoria, evitando que se produzca la muerte biológica por lesión irreversible de los órganos vitales (cerebro). Pretendemos obtener un flujo sanguíneo suficiente para evitar la muerte cerebral.
El conjunto de maniobra denominada como RCP puede dividirse en tres grupos:
1. RCP Básica: No requieren medios especiales y puede ser realizada por Cualquier persona debidamente preparada.
- Permeabilidad de la vía aérea
- Respiración boca a boca
- Masaje cardiaco
2. RCP Avanzada: Requiere medios especiales y es realizada exclusivamente por personal sanitario.
- Uso de drogas, líquidos de infusión intravenosa, etc.
- Monitorización del electrocardiograma.
- Desfibrilación.
3. RCP en cuidados intensivos: Orientada a la recuperación cerebral.
- Evaluación del paciente y de su función cerebral.
- Cuidados intensivos.
La RCP Básica.
Como comentamos al principio el ABC de la asistencia de emergencia y objetivo prioritario en la evaluación y tratamiento reside siempre en:
A.- AIRWAY ———-> La permeabilidad de las vías aéreas.
B.- BREATHING —–> La facilitación de la respiración.
C.- CIRCULATION –> La conservación de la circulación.
Sobre estos tres pilares vamos a explicar la reanimación cardio-pulmonar.
Mantenimiento de la permeabilidad de la vía aérea.
a) Colocación de la cabeza. Si la persona está inconsciente, es probable que la lengua obstruya la vía aérea impidiendo el paso de aire. Para evitarlo se pueden realizar una de las siguientes maniobras:
- Hiperextensión Frente-nuca
- Hiperextensión Frente-mentón
- Triple maniobra
Las dos primeras maniobras realizan la hiperextensión del cuello usando la frente y la nuca o el mentón como puntos de apoyo. La triple maniobra realiza la apertura de la vía aérea, dislocando la mandíbula inferior. Esta última maniobra se utiliza ante la sospecha de fractura cervical.
b) Limpieza de la boca. La limpieza de la boca se ha de realizar manualmente con el «dedo en gancho», buscando posibles objetos causa de obstrucción (chicles, caramelos). Así mismo se retirará la dentadura postiza si existiera. Limpiaremos además, las secreciones que se hallasen en la boca (vómitos), con la ayuda de gasas, pañuelos, etc.
Si tras la realización de estas actividades no se hubiera obtenido una vía aérea permeable, es decir, que permita el paso libre de aire, se ha de sospechar la existencia de uno o más objetos en la garganta. Para solucionarlo se realizará la maniobra de Heimlich.
Si no se consiguió con estas maniobras una respiración espontánea se ha de pasar al siguiente punto.
Respiración artificial.
La respiración artificial tiene por objeto hacer llegar aire hasta los pulmones del sujeto que se encuentra en parada respiratoria. Tres son las técnicas de respiración artificial: «boca a boca» (Fig. 3), mediante el uso de un ambú y mediante ventilación mecánica.
Se considera que la respiración «boca a boca» es idónea para la actuación de primeros auxilios por:
- Conseguir un aporte de aire de alrededor de 1000 c.c. en cada insuflación.
- Permitir apreciar en todo momento la distensión del tórax del accidentado, lo que nos indica que la inspiración es buena o, en su caso, la existencia de obstáculos a la entrada de aire en los pulmones.
TÉCNICA
Para realizar la respiración «boca a boca» o «boca a nariz» el accidentado debe estar tendido boca arriba. Hiperextender el cuello colocando, a ser posible, bajo los hombros una chaqueta o toalla. El auxiliador, arrodillado a la derecha de la víctima, cierra las fosas nasales (la boca en el caso de la técnica «boca a nariz») con el pulgar y el índice de su mano izquierda; con estos mismos dedos de su mano derecha le sujeta la mandíbula, tirando de ella hacia arriba, mientras el codo del brazo derecho descansa suavemente sobre el pecho del accidentado.
En esta posición el socorrista inspira profundamente, sella con su boca la del accidentado y le insufla el aire. A continuación, retira su boca para permitir el vaciamiento de los pulmones. Si existiera agua en los mismos la cabeza de la víctima ha de estar lateralizada para facilitar la salida de la misma. En cada insuflación se comprobará que la ventilación es adecuada por: a) la elevación y descenso sucesivos de la pared del tórax (de 2 a 3 cm.); b) al oír y sentir como sale el aire al exhalarlo la víctima pasivamente; y c) al sentir el auxiliador en sus propias vías aéreas la resistencia de los pulmones de la víctima al expandirse.
Este movimiento completo debe repetirse con una frecuencia de 16 a 20 veces por minuto, es decir, al mismo ritmo de la respiración normal del socorrista. Si el inicio de este proceso no fuera acompañado de una rápida recuperación de la respiración espontánea, se habrá de valorar la posibilidad de una parada cardiaca. De confirmarse ésta, se pasaría al punto siguiente.
Masaje cardiaco.
El masaje cardíaco debe aplicarse siempre que se observe falta de pulso y del latido cardíaco. Esta técnica se basa en la posibilidad de comprimir el corazón contra la columna vertebral, ejerciendo presión sobre el tercio inferior del esternón. Con ello obligamos al corazón, que se encuentra parado y con sangre en su interior, a expulsar la sangre y a llenarse después, alternativamente, como si se realizara una contracción activa.