TENDENCIAS SUICIDAS EN ESTUDIANTES DE MEDICINA

7. ANÁLISIS INTERPRETATIVO

7.1. LA DEPRESIÓN Y EL SUICIDIO

Durkheim consideraba el suicidio como un fenómeno sociológico más que un acto individualista, lo consideraba consecuencia de una mala adaptación social del individuo y una falta de integración (40) sin embargo la tendencia actual mira al suicidio desde una perspectiva biopsicológica y no tanto moral, incluso los científicos están de acuerdo en que el suicidio es una forma compleja de conducta que no gira en torno a una sola causa, sino que tiene componentes biológicos, sicológicos y sociales y además hay que incluir otro factor que es muy importante y es la presencia en el sujeto de depresión, lo cual ha sido corroborado por los siquiatras como una importante causa de suicidio. Y aparece en la encuesta como un importante marcador de tendencias suicidas.

La depresión debe ser mirada como una enfermedad, la cual requiere un tratamiento y no como debilidad, cobardía o locura; es importante diagnosticarla y reconocer sus síntomas, para no caer en el error de tratar de borracho a una persona que lo que en realidad busca es un poco de euforia para salir de su depresión, o tratar de perezoso a aquel a quien la depresión lo obliga a dormir todo el tiempo, o tratar de grosero a quien lo manifiesta como agresividad.

La depresión es un estado que puede manifestarse de diferentes maneras y con mayor o menor intensidad dependiendo de la persona, pero que siempre lleva implícita una tristeza o melancolía, y es que muchas circunstancias pueden conducir a un estado depresivo, en el cual se siente que la vida pierde sentido y adquiere una perspectiva vacía, los dolores físicos o emocionales pueden producir una sensación de incapacidad para cambiar las circunstancias de la vida o para encontrar soluciones y se adquiere un sentimiento de desesperanza, lo que conduce a mirar la muerte como una buena salida.

Pero no solo las circunstancias externas que rodean al individuo pueden conducirlo a una depresión, algunos científicos afirman que existen personas que son genéticamente más propensas que otras a padecer depresiones y por tanto tender al suicidio.

Por esto al suicida, o mejor a la persona que presenta tendencias suicidas como las que ya hemos mencionado con anterioridad, debe prestárseles especial atención, tratar de entenderlo y no juzgarlo. Se puede decir que quien comete un acto suicida no está del todo en sus cabales, ya que sea de orden físico o emocional presenta una alteración que puede significar la diferencia entre la vida y la muerte, entre su vida y su muerte. Y puede, que esta depresión no sea sólo del sujeto suicida, puede ser una proyección de las personas que lo rodean, puede que sus amigos o familiares inconscientemente lo induzcan al suicidio mediante comportamientos de rechazo, de fiscalización, con actos de violencia intrafamiliar o simplemente con falta de comprensión y amor.

Actualmente se habla más de la autonomía del individuo, de que cada quién puede hacer con su vida lo que quiera, ( pero quizá esto sea solo una forma de salirse del problema por la tangente) esto no significa que restemos importancia o que ignoremos a alguien que quizá está pidiendo ayuda, porque una persona que tiene tendencias suicidas muy posiblemente lo que desea es llamar la atención o intenta movilizar una situación, cambiar algo que lo está molestando, y la depresión es una manifestación de esa inconformidad. Por eso cuando se está cerca de alguien que se encuentra deprimido, lo que se debe hacer es tratar de llenar ese vacío que está experimentando, no se debe dar la espalda y huir temerosos, por el contrario, se dice que mientras haya vida hay esperanza y mientras haya vida habrá algo que se pueda hacer por ayudar a un posible suicida, salvar una vida puede cambiar la tuya.

Se expresa que alrededor del 15% de los deprimidos severos, se suicida. Pero se estima a veces esa frecuencia en 1 de cada 6. (41)

En la experiencia personal con los estudiantes de medicina de la Universidad de Antioquia, la proporción es ligeramente menor, pero de todas maneras constituye un riesgo temible. Por causas que ya se han descrito antes, el acto suicida tiene «lógica» (enferma, desde ya) para el individuo y se convierte en la «única salida», en la garantía de dejar de sufrir y en el refugio final.

También, cuando la idea de culpa es agobiante, la expiación necesaria se traduce en suicidio. Particular mención merece el llamado «suicidio altruista». El deprimido, convencido de un trágico futuro, irremediable, mata a su familia para ahorrarles sufrimiento y se mata luego él.

Prestemos atención a un dato dado por Poldinger (42). Dice este autor que luego de una profunda observación del suicida se descubrió que el 80% de los que intentaron suicidarse a causa de depresiones frecuentes, reincidían en sus actos y algunos lograban suicidarse. Entonces tenemos que en la universidad, hay una alta probabilidad de que las personas que intentaron suicidarse, cometan suicidio, ya que como las estadísticas lo demuestran, de las nueve personas que intentaron suicidarse, siete de ellas sufren depresiones frecuentemente, indicando ello que son potencialmente suicidas, y atinando esto con respecto al dato de Poldinger, casi un 80% de personas que intentaron suicidarse, de la facultad, lo pueden volver a hacer y llegar a consumar.

Antes de cometer el acto suicida hay casi siempre «anuncios más o menos melodramáticos»(43). Por lo general, no es serio, es decir, el recurso no es idóneo para lograr la muerte. No se arroja al vacío, ni se dispara un tiro, ni piensa en tirarse a las vías. Se elige el corte en el antebrazo (cortarse las venas), tomar fármacos comunes, etc. El objeto es llamar la atención, con alto contenido histriónico, y consecutivo a situaciones conflictivas explosivas.

Podemos expresar que la resolución suicida es, esencialmente un elemento de la esfera afectiva (en este caso con depresión). Por lo tanto, podemos deducir que del nivel cultural del sujeto, las apelaciones a su alta capacidad de razonamiento, no tienen sentido (esto con relación a que los estudiantes universitarios presentan un nivel intelectual muy alto). Tampoco debe confiarse, en absoluto, en que la psicoterapia, en esa situación, pueda brindar resultados y en todo caso, implica un riesgo tan alto que no puede ser asumido. La idea suicida no es un razonamiento, sino un sentimiento. Por ello dice un autor que el deprimido grave con alta tendencia suicida debe ser internado con la misma urgencia de un abdomen agudo. (44) Y se agrega que, en estos casos, hay una grave responsabilidad médica si no se cumpliera con todas las medidas preventivas.

Recordemos, por fin, como en general, en todas las formas de la depresión, la inútil y aún peligrosa de las invocaciones a «que debe tener voluntad», primero el enfermo, no la puede tener porque está enfermo, entre otras cosas, por falta de voluntad. Y, en el caso del suicida potencial se lo pone frente a la sensación de fracaso e impotencia, que, justamente, le hace pensar que él es quien debe solucionar su problema y que, al no poder hacerlo, todo está perdido. Por fin, hablemos del entorno del suicida potencial, de su familia, básicamente, de fundamental importancia en el tema. En primer lugar, es preciso convencer a la familia del riesgo suicida, el cual, frecuentemente, no es percibido en su real importancia. Inclusive, a veces, la familia reacciona con frases como «El suicidarse, no, él no haría eso… No, son palabras, lo que pasa es que está un poco triste, nada más… Ya lo dijo otras veces y nunca hizo nada… No, no tendría valor… No lo creo, es muy religioso y quiere mucho a su familia… etc.».

Y, después, las consabidas invocaciones a su voluntad, «le decimos que ponga voluntad, que se ayude, que debe pensar en otra cosa, que salga, que se distraiga…» «yo le digo que no puede estar así…» Esto, revela, por parte de los allegados, una resistencia inconsciente a aceptar la idea de suicidio.

Y también, a veces, en aceptar alguna responsabilidad propia frente al tema. En ocasiones, algún familiar, o la familia toda, hace su oculto y sutil mensaje incitante al suicidio: la desvalorización, la crítica despiadada, las quejas en cuanto a que «así no se puede vivir…» y la implícita o a veces explícita asignación de responsabilidades o culpas, agravan y ayudan a la determinación. Debe prestarse muy especial atención a los antecedentes de antiguos suicidios en la familia.

Todas estas son fantasías, basadas por fin en una sobrevaloración de las posibilidades personales de los integrantes del entorno. En algún caso, se inicia una especie de competencia, para ver quién anima más al enfermo, empresa en general, condenada al fracaso. Al conversar con la familia (lo cual es ineludible, ya que el enfermo no es una entelequia aislada) se tratará, de detectar a la, o a las personas más responsables y confiables para el apoyo del enfermo.

Se debe insistir en luchar contra las ideas de culpa, ruina, indignidad, pesimismo. Es preciso desvalorizar estos sentimientos, quitarles vigor, minimizándolos. Presentar su porvenir aceptable es imprescindible.

La labor de los médicos tiene que ser holística, ya que de él depende salvar una vida tanto desde lo mental como desde lo físico. Se puede conseguir mucho si se interviene en el ambiente del paciente. Se deben dar instrucciones sobre cómo tratar a los pacientes suicidas a las enfermeras, terapeutas ocupacionales, y además, personal del hospital que tienen contacto con el paciente, para que puedan combatir las ideas depresivas que inducen al suicidio. Con los pacientes externos, los familiares deben tener clara sus funciones, proporcionándoles información sobre cómo la depresión afecta al paciente. En general deben ofrecer apoyo y optimismo.

Ahora ¿Tiene nuestra manera actual de vivir algo que ver con el visible aumento de enfermos depresivos? ¿O es una enfermedad que ahora se detecta más que antes? Se cree que ambas cosas son ciertas. Todo psiquiatra de largos años de práctica, observa que los deprimidos son más que antes; y es sensato asumir que las condiciones actuales de la diaria y a veces penosa «tarea» de vivir hacen necesario una exigencia, una competitividad, una aceleración de los tiempos, que antes era desconocida. Poco a poco nos falta tiempo para todo: para ganar el sustento, para dedicarnos a la relación con la familia, para el descanso. El sujeto se adapta, es cierto, pero lo hace, muchas veces, pagando el lento precio de un stress acumulativo, que, más tarde o más temprano hace crisis dando lugar a reacciones de agotamiento, o de protesta interior, o, en definitiva, de un naufragio en la adaptación del yo. Y una de las formas de ese agotamiento, de esa desadaptación, quizá la más frecuente, es, sin duda la depresión, esa sombría vivencia de la experiencia vital.

El tiempo en la sociedad actual está contaminado. Contaminado de urgencia, de complicaciones, de fricciones. El vivir, antes tranquilo, es ahora conflictuante, inseguro; algunos sujetos resisten, otros claudican. Y entonces, la depresión es la salida. Si a este cuadro se agrega la frecuente exhortación a la voluntad a que se «debe tener energía y pensar que todo es cuestión de voluntad», se agrega un nuevo conflicto a ese individuo, que, justamente, no tiene voluntad. Pero esta enfermedad no debe espantar a nadie; mal de la época, es también cierto que estos tiempos permiten un abordaje terapéutico francamente optimista. Es una enfermedad que puede ser grave, pero de razonable buen pronóstico.

Por ello, es tan importante tratarla como corresponde. Con una aproximación psicológicamente cálida, acogedora, tranquilizadora. Y con el arsenal terapéutico, realmente efectivo, que tenemos a nuestra disposición. Y con tiempo, paciencia, con ese sumergirse en el drama del enfermo. 

Por fin, recordemos que asistir es, estar al lado del otro, razón fundamental y vocacional de la profesión y misión que los estudiantes de medicina hemos elegido.

7.2. TENDENCIAS SUICIDAS

Después de definir el suicidio desde diferentes puntos de vista, se observa actitudes y posiciones suicidas que varían según el lugar, la cultura y la población que se estudia, así como son tan variables los casos de suicidio, se pueden encontrar tendencias suicidas que son afectadas por un gran número de factores que permiten crear diferenciaciones y similitudes con respecto a otros sitios donde se manifiesta el fenómeno. También el impacto del suicidio depende de la estructuración social de la comunidad y de la preparación de los individuos que la conforman.

Se puede observar que el suicidio prevalece en algunas regiones, donde el acto suicida se vuelve algo común y aceptado, las diferentes posiciones ante el suicidio son el resultado de las creencias, tradiciones y costumbres de la comunidad que se observa, muchas culturas permiten y aprueban el acto suicida como un hecho heroico donde se pierde la vida por intereses colectivos, pienso sobre este punto que el valor de la vida debe prevalecer y no se debe sacrificar como opción para ser escuchados y sin permitir la posibilidad de dialogar con los implicados en el problema. Nuestra cultura puede generar factores de peso como para desistir de nuestra propia vida y ver la muerte como una opción más agradable, pero observamos que todos no encuentran en el suicidio la salida más acertada, ya que existen otras posibilidades que nuestra sociedad puede ofrecer.

Es común en nuestro medio ver jóvenes que arriesgan su vida en la búsqueda del placer que ofrecen las drogas, el alcohol y el sexo sin protección, adultos que perdidos en el alcohol arriesgan su propia vida y la de los demás, mujeres que en busca de una figura perfecta terminan muertas del hambre, sin embargo aunque observamos esto diariamente lo ocultamos bajo el nombre de accidentes, enfermedades, etc., y no pensamos que de pronto detrás de algunos de estos casos lo que se oculta es un acto suicida, acaso no conocemos las consecuencias de estos sucesos.

También suicidarse por el conflicto con el otro se observa muy frecuentemente y es muchas veces tolerado por nuestra sociedad como en los casos que se produce el suicidio después de un problema familiar, de terminar una relación personal, etc. Se puede observar en estos casos la poca capacidad para solucionar problemas.

El suicidio que va acompañado con la muerte del otro o de los otros es algo que cada vez sucede con más frecuencia y vemos como este fenómeno toma víctimas inocentes y desprevenidas, como se puede aceptar el suicidio que destruye y acaba con la ilusión de los demás y produce la pérdida del valor de la vida del individuo por intereses particulares y mezquinos. El aumento de este fenómeno puede ser el resultado del poco interés que le hemos prestado al suicidio y a sus consecuencias. No se puede permitir que el suicidio se vuelva un fenómeno común y corriente sin tratar de buscar respuestas sobre sus causas y mecanismos de prevención para disminuir sus cifras.

Hay que tener en cuenta como las personas cercanas a los suicidas pueden ser afectadas y sufrir con la muerte de este individuo que puede ser un familiar, un amigo, un compañero o un vecino, en estas personas se genera un sentimiento de culpa e impotencia ante la muerte del otro, no es fácil entender como una persona cercana a nosotros, en iguales condiciones y rodea de amigos puede tomar la decisión de suicidarse. Además nuestra cultura estigmatiza el acto suicida, hay que estudiar y analizar cada caso desde una óptica particular y colectiva ante de lanzar cualquier conclusión apresurada sobre el caso.

Hay que tener en cuenta como prepara la sociedad a todos sus integrantes, será que nuestra sociedad ofrece una preparación ante los diferentes conflictos que en ella se genera, la educación y capacitación de sus miembros ante un fenómeno que se observa diariamente como el suicidio, y que puede generar consecuencias terribles y producir la muerte de personas inocentes. Debemos generar cambios que permitan responder adecuadamente ante los casos de suicidio.

Aunque el fenómeno del suicidio es algo común y conocido por todos, no se presta mucha importancia, ya que todos tenemos problemas de qué preocuparnos y la muerte del otro poco interesa, solamente los homicidios y las masacres son capaces de desviar nuestro interés.

Dentro del fenómeno del suicidio encontramos que la información estadística de este acto puede estar alterada debido a diferentes factores que no permiten la recolección eficaz de los datos, como la estigmatización de la muerte autoinflingida en nuestra sociedad que conlleva a la falsedad de la información y el motivo de la muerte, la poca preparación de las personas relacionadas con el fenómeno del suicidio y el confundir accidentes con actos suicidas.

Pienso que al identificar las tendencias suicidas de una población, se pueden generar alternativas de promoción y prevención que permitan reducir en forma considerable el número de víctimas por el suicidio, se puede trabajar con las poblaciones más afectadas y que necesitan de una atención especial, se puede divulgar los factores de riesgo que pueden ser prevenidos de forma eficaz y oportuna si son tenidos en cuenta a tiempo, además se puede crear mecanismos de respuesta rápidos y concretos que permitan la atención adecuada de la persona suicida. Es importante tener en cuenta que a todas las personas suicidas no se les puede prestar una atención adecuada ya que no lo permiten o no se pueden identificar estos individuos hasta el momento de consumar el acto.

La información sobre las tendencias suicidas no solo debe ser exclusiva del personal de la salud sino que se debe divulgar de forma clara a todos los componentes de una sociedad ya que todos de algún modo podemos ser afectados por el acto suicida de alguno de nuestros familiares, amigos, compañeros y vecinos. La respuesta ante este fenómeno depende de la preparación y sensibilización de la comunidad frente al acto suicida.

7.3. FACTORES INFLUYENTES EN EL SUICIDIO

Como ya se ha mencionado, el suicidio es el acto por el cual una persona se priva de su vida voluntariamente y es un acto que está rodeado por una serie de factores determinantes que influyen a la hora de intentar acabar con la propia vida, sin embargo es muy importante mencionar que el suicidio se encuentra entre lo colectivo y lo individual por lo cual nos hace pensar que aunque los suicidas pueden presentar ítems comunes característicos del suicidio, sus casos son tan diferentes como lo son ellos del resto de la gente, ya que aunque puedan presentar causas comunes con otros suicidas, se debe tener en cuenta que los sentimientos, el carácter y los pensamientos juegan un papel matizador en el momento de pintar o crear las condiciones para que este intente o no suicidarse, con lo que se puede afirmar que el suicidio es el resultado extremo ligado a las variadas formas en que múltiples factores pueden influir en las personas que lo realizan.