Además, existen diversos tratamientos muy eficaces para luchar contra las distintas infecciones oportunistas que se originan en el SIDA. Con estos tratamientos se consigue mejorar tanto la calidad de vida como la supervivencia de los enfermos. Distintos fármacos (cotrimoxazol) frente al microorganismo Pneumocystis carinii han permitido reducir drásticamente la incidencia de esta infección, así como su alta mortalidad. Varios tipos de fármacos antifúngicos, como la anfotericina B y el fluconazol, son enormemente eficaces. El ganciclovir y el foscarnet se utilizan para luchar contra la retinitis producida por los citomegalovirus, así como para tratar otras patologías producidas por herpes virus.
Los científicos continúan investigando el desarrollo de nuevos fármacos que actúen a otros niveles del ciclo de replicación del virus. Algunos estudios concentran sus esfuerzos en estimular la respuesta del sistema inmunológico del paciente, mientras que otros guardan la esperanza de encontrar una vacuna eficaz que además se enfrenta a la dificultad añadida de la gran variabilidad genética del virus.
Prevención
El conocimiento de las vías de transmisión del VIH permite adoptar medidas que eviten la extensión del virus en la población. En las relaciones sexuales cóitales con sujetos infectados el método más eficaz de prevención es el empleo correcto de preservativos. En los casos de consumidores de drogas hay que evitar compartir el material que se utiliza para la inyección intravenosa. Para reducir la incidencia de la transmisión por accidentes laborales en el personal sanitario es conveniente el empleo de instrumental desechable adecuado, así como de guantes y gafas protectoras. En cuanto a las mujeres infectadas en edad fértil es muy importante que reciban toda la información disponible respecto a la posibilidad de transmitir el VIH al feto, y por tanto de la conveniencia de adoptar las medidas necesarias para evitar un embarazo (véase Control de natalidad). La transmisión del virus a través de la leche de la madre contraindica la lactancia materna, por lo que se recomienda la lactancia artificial.
En muchos países se están llevando a cabo con éxito desde hace algunos años grandes campañas informativas y educativas con las que se pretende modificar las conductas de riesgo relacionadas con la transmisión del VIH. Desde aquellas puramente informativas referentes a las vías de contagio del VIH y los métodos para evitarlo, hasta programas en los que se ofrecen agujas y jeringuillas a los toxicómanos para evitar su reutilización.
Recomendaciones Preventivas
El virus que causa el SIDA se transmite de una persona a otra cuando los fluidos corporales, la sangre y semen se ponen en contacto directo con la sangre de otra persona. Por ello todos los organismos oficiales y los grupos que luchan contra el Sida recomiendan estas medidas para evitar el contagio:
- Utilización correcta de preservativos (tanto masculino como femenino)
- No ingerir semen: En la boca así como el resto del tubo digestivo pueden existir llagas o pequeñas heridas que pueden ser puerta de entrada a la infección por el contacto con el semen.
- No compartir objetos personales (Hojilla, máquina de afeitar o cepillos de dientes.
- Utilizar agujas y jeringas esterilizadas.
- Sexo seguro; las relaciones sexuales múltiples son un factor de riesgo. Contactos sexuales con numerosas personas, particularmente si son desconocidas aumentan el riesgo de infección por el virus del SIDA y facilitan el desarrollo de la enfermedad.
- Ninguna transfusión debe ser realizada sin antes haber sido sometidas a los análisis médicos respectivos el plasma sanguíneo.
Las Representaciones Sociales sobre el SIDA
Estudiar los procesos y los mecanismos a través de los cuales la sociedad logra actuar eficazmente sobre sus miembros y el proceso mediante el cual los individuos reproducen constantemente las condiciones para el funcionamiento de la sociedad es entre otras una de las acepciones de las representaciones sociales.
En el contexto de lo socio-simbólico, las representaciones sociales constituyen una herramienta, para la comprensión, la interpretación y la significación de la práctica de los actores sociales y de las diversas formas de inserción social. De alguna manera ellas comprenden un espacio de mediación fundamental entre los sujetos sociales y el sistema socio-estructurado, puesto que a través de ellas los seres humanos desestructuran la realidad social y construyen los fundamentos de su propia subjetividad. En tal sentido, se entiende por representación social al conjunto de conceptos, percepciones, significados y actitudes que los individuos de un grupo social comparten en relación consigo mismo y los fenómenos del mundo circundante.
Las primeras referencias a las representaciones sociales pueden encon2trarse en Emile Durkheim (1.797), importante representante de la sociología clásica. Posteriormente esta noción va a reaparecer en la psicología social moderna, especialmente en los psicólogos sociales franceses quienes van a desarrollarla hasta construir una verdadera teoría sobre las representaciones sociales. A partir de la obra de Serge Moscovici (1.988), el modelo de las representaciones sociales se ha convertido en un importante instrumento de la psicología social para entender cómo los grupos sociales se convierten en sujetos activos en la elaboración de «teorías» sobre diversos objetos sociales, a partir de diversas fuentes de información.
Por su parte, Denise Jodelet (1988), compañera de trabajo de Moscovici aportó los elementos clásicos sobre las representaciones sociales. De acuerdo a esta psicóloga francesa las representaciones sociales se presentan bajo formas variadas más o menos complejas: Imágenes que condensan un conjunto de significados; Sistemas de referencia que nos permiten interpretar lo que nos sucede e incluso dar sentido a lo inesperado; Categorías que sirven para clasificar las circunstancias, los fenómenos y a los individuos con quienes tenemos algo que ver; Teorías que permiten establecer hechos e interpretaciones sobre ellos, y a menudo cuando se les comprende dentro de una realidad concreta de nuestra vida social. Las representaciones sociales son en conjunto todo lo antes señalado.
En síntesis puede decirse que las representaciones sociales son una manera de pensar e interpretar la vida cotidiana, en tanto y cuanto ellas constituye una forma de conocimiento social.
Es un conocimiento del sentido común que de acuerdo a Jodelet se conforma a partir de nuestras experiencias, pero también de las informaciones, conocimientos y modelos de pensamiento que recibimos y transmitimos a través de la tradición, la educación y la comunicación social. En tal sentido, es un conocimiento socialmente elaborado y compartido, siendo a la vez un conocimiento práctico que ayuda a la comprensión social de nuestra realidad.
Según Jodelet existen diferentes ópticas para la construcción de una representación social, entre las cuales se pueden señalar:
- Primera: Aquella que se limita a la actividad puramente cognitiva a través de la cual se admiten dos contextos en tanto que dimensiones de la representación social; una dimensión propiamente de contexto donde el sujeto y la representación aparecen como un caso de la cognición social, tal y como es abordado por la psicología social y una dimensión de pertenencia, siendo el sujeto un sujeto social que hace intervenir en su elaboración ideas, valores y modelos provenientes de su grupo de pertenencia e ideologías establecidas y transmitidas dentro de la sociedad.
- Segunda: Aquella que pone el centro en los aspectos significantes de la actividad representativa. Se considera que el sujeto es productor de sentido, el cual expresa en su representación. Su carácter social viene dado por la utilización de sistemas de codificación e interpretación proporcionados por la sociedad o de la proyección de valores y aspiraciones sociales.
- Tercera: Aquella que ve a la representación como una forma de discurso y desprende sus características de la práctica discursiva de sujetos en la sociedad. Las propiedades sociales vienen de la situación de comunicación, de la pertenencia social de los sujetos que hablan y de la finalidad de su discurso.
- Cuarta: Aquella que reafirma que es la práctica social del sujeto la clave para comprender la representación. El actor social produce una representación que refleja las normas institucionales derivadas de su posición o las ideologías relacionadas con el lugar que ocupa.
- Quinta: Es el juego de las relaciones intergrupales quien determina la dinámica de las representaciones. El desarrollo de las interacciones es básico para las modificaciones de las representaciones que los miembros tienen de sí mismos, de su grupo, de los otros grupos y de sus miembros.
- Sexta: Es la más sociologizante haciendo del sujeto el portador de determinaciones sociales. Basa la actividad representativa en la reproducción de los esquemas de pensamiento socialmente establecidos, de visiones estructuradas por ideologías dominantes o en redoblamiento analógico de relaciones sociales.
De acuerdo a todo lo anterior se puede concluir que las diferentes ópticas de las representaciones sociales van a incidir en la definición de un conjunto de problemas que ofrecen un amplio campo de reflexión en las ciencias sociales.
Las representaciones sociales son fenómenos culturales que pueden incidir en la determinación de necesidades tanto a nivel individual como grupal y, por lo tanto en la selección de determinados comportamientos que tienden a satisfacer una aspiración o un deseo. La noción psicosocial de representación social se basa en que apunta hacia una visión socialmente compartida de la realidad circundante. No se trata de una opinión momentánea y fragmentaria sino que es la construcción de un aspecto del mundo mediante la estructuración de una amplia gama de informaciones, percepciones, imágenes, creencias y actitudes vigentes en un sistema social determinado. Por consiguiente permite captar las estructuras internalizadas de creencias, valores y normas que un grupo social posee sobre aspectos de la vida cotidiana.
Además de las representaciones sociales referidas explícitamente a objetos sociales relacionados directamente con las necesidades inmediatas en toda cultura y subcultura se manifiestan representaciones sociales de tipo macro, sobre el universo y sus fuerzas que de forma indirecta también influyen en las prácticas culturales de los grupos sociales. Una representación fatalista, mágica o determinista del mundo origina actitudes de impotencia por la imposibilidad de controlar hechos que afectan la vida cotidiana y por tanto generan la falta de conciencia sobre la propia capacidad de transformar el mundo.
La realidad actúa sobre los entes sociales a través de su interpretación y son los significados que se le atribuyen los que constituyen la única realidad, tal y como la desciframos que puede tener efectos sobre los seres sociales. Sin embargo, la realidad social también impone las condiciones de su interpretación. Es por ello que la teoría de las representaciones sociales se orienta hacia el estudio de la construcción social de la realidad, partiendo del principio de que una representación social no puede pensarse en abstracto desconectada de las estructuras sociales concretas que la enmarcan.
Ibáñez (1.990) señala, que las representaciones sociales son estructuras significantes que emanan de la sociedad y nos informan sobre las características de la propia sociedad. También comparte este autor lo sostenido por Jodelet, cuando considera a las representaciones sociales ante todo como procesos. En este orden de ideas, la representación social es a la vez pensamiento constituido y pensamiento constituyente. Son productos que intervienen en la vida social como estructuras preformadas a partir de las cuales se interpreta la realidad. La forma de ver la realidad constituye en parte esa realidad, pero es posible encontrar elementos que validan esa forma de verla. Ahora bien, la representación social construye en parte su objeto, pero dicha construcción está sujeta a determinaciones tales como las inserciones sociales y las actividades simbólicas del sujeto, que se nutren de materiales socioculturales. Estos materiales que sirven para la construcción de las representaciones sociales provienen de diversas fuentes, siendo la principal forma cultural acumulada por la sociedad a lo largo de su historia.
La propia dinámica de las representaciones sociales también las determina. Tanto la forma como los conocimientos y las ideas acerca de determinados objetos, mediante transformaciones específicas entran a formar parte de las representaciones sociales. La incidencia de las estructuras sociales en la formación de las representaciones sociales y la intervención de los esquemas ya constituidos en la elaboración de nuevas representaciones tienen ingerencia específica, al igual que el conjunto de prácticas sociales en la conformación de las identidades personales y sociales, así como la expresión y la configuración de los grupos. De tal forma que un repertorio común de representaciones sociales permite la configuración de la identidad grupal y la formación de la conciencia grupal. De la misma manera las relaciones intergrupales se apoyan en las representaciones sociales, al permitir diferenciar el propio grupo de los otros grupos.
En el caso del problema que nos ocupa el SIDA, se observa que la psicología francesa lo ha abordado desde el punto de vista de las representaciones sociales.
El SIDA considerado como uno de los objetos sociales es susceptible de generar representaciones sociales que van a permitir elaborar conceptos y percepciones sobre la enfermedad en sí y sobre los enfermos, por lo cual determina la toma de posición ante los mismos. En tal sentido, las representaciones sociales deben concebirse como filtros cognitivos y como factores que predisponen a la acción en sociedad o grupos sociales particulares (Paicheler, 1995). Constituyen por lo tanto sistemas de partición del mundo que organizan la percepción que los individuos tienen de objetos compartidos socialmente.
Este enfoque se opone a una visión mecanicista que ubica las actitudes en el lugar de las causas y las conductas en el de las consecuencias. Propone, en cambio, la hipótesis de que existe una interacción compleja de prácticas y de representaciones y considera esencial el rol de las mediaciones socio- cognitivas en la explicación de la conducta (Morin y Verges, 1992).
El primer estudio conocido sobre representaciones sociales del SIDA (Jodelet, 1989; Páez et al., 1991), puso de manifiesto que en su constitución se recurría a antiguas teorías sobre el contagio por los humores corporales o sobre la enfermedad como castigo, así como la existencia de dos «clusters» de representaciones sociales: El «liberal» y el «conservador».
El primero ve al SIDA como menos contagioso que el segundo y rechaza su identificación con los grupos de riesgo. EL segundo atribuye la causa de la enfermedad a la crisis social y moral actual y la liga a grupos marginados socialmente.
Una segunda «generación» de estudios sobre las representaciones sociales del SIDA tienen como objetivo poner en evidencia los principios organizadores que estructuran las representaciones acerca de la enfermedad, a través del análisis de qué asociaciones semánticas se realizan con el concepto SIDA.
Ejemplo de este tipo de trabajos son los realizados en Francia por Morin y Vergés (1992).
El estudio de los términos más frecuentes asociados a una palabra estímulo es un muy buen indicador de los referentes privilegiados por los sujetos en torno a un objeto social, en este caso el SIDA.
Desde esta perspectiva se integra el enfoque del SIDA en un discurso que va más allá de los modos de transmisión de la infección y de los modos de protegerse de ella, enmarcándolos en una visión más inclusiva del mundo social en el que surgen.