Artritis Reumatoidea

La artritis reumatoidea (AR) es una enfermedad crónica, inflamatoria y autoinmunitaria que afecta principalmente a las articulaciones, pero que también puede involucrar a otros sistemas del cuerpo. Es una de las enfermedades reumáticas más comunes y tiene un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen. A continuación, se detalla una revisión exhaustiva sobre la patogenia, síntomas, diagnóstico, tratamiento y manejo de la AR, respaldado por fuentes médicas confiables.

1. Patogenia de la Artritis Reumatoidea

La AR es una enfermedad autoinmune, lo que significa que el sistema inmunitario del cuerpo ataca por error sus propios tejidos. En el caso de la AR, el blanco principal son las membranas sinoviales, el tejido que recubre las articulaciones. Esto conduce a la inflamación crónica, el daño articular y, eventualmente, la destrucción del cartílago y el hueso subyacente.

  • Factores Genéticos: Los individuos con ciertos alelos del complejo mayor de histocompatibilidad (HLA-DRB1) tienen un mayor riesgo de desarrollar AR. Este componente genético puede predisponer al cuerpo a una respuesta autoinmunitaria aberrante.
  • Factores Ambientales: El tabaquismo, las infecciones y la exposición a ciertos agentes ambientales pueden desencadenar la AR en personas genéticamente predispuestas.
  • Inmunidad Celular y Humoral: La AR se caracteriza por la activación de células T CD4+ y la producción de autoanticuerpos como el factor reumatoide (FR) y los anticuerpos contra péptidos citrulinados (ACPA), que juegan un papel clave en la patogenia de la enfermedad.

artritis reumatoidea

2. Síntomas y Manifestaciones Clínicas

La AR afecta principalmente las articulaciones, pero también puede tener manifestaciones sistémicas.

  • Articulaciones: Los síntomas iniciales suelen incluir dolor, hinchazón, rigidez matutina prolongada y pérdida de movilidad en las pequeñas articulaciones de las manos, muñecas y pies. Con el tiempo, la enfermedad puede afectar también a las articulaciones grandes, como las rodillas y codos.
  • Manifestaciones Sistémicas: Además de las articulaciones, la AR puede afectar a otros órganos como los pulmones (fibrosis pulmonar), el corazón (pericarditis, miocarditis), la piel (nódulos reumatoideos) y los ojos (escleritis).
  • Síntomas Constitucionales: Fatiga, fiebre baja y pérdida de peso son comunes en personas con AR activa.

3. Diagnóstico

El diagnóstico de AR se basa en una combinación de síntomas clínicos, hallazgos de laboratorio e imágenes.

  • Criterios Clínicos: Los criterios de clasificación del American College of Rheumatology/European League Against Rheumatism (ACR/EULAR) incluyen la evaluación del número y tipo de articulaciones afectadas, la duración de los síntomas, y la presencia de autoanticuerpos como el FR y los ACPA.
  • Estudios de Laboratorio: Los análisis de sangre para detectar el FR y los ACPA son útiles en el diagnóstico de la AR. La velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C reactiva (PCR) son marcadores de inflamación que pueden estar elevados.
  • Imágenes: Las radiografías, la ecografía y la resonancia magnética son herramientas importantes para evaluar el daño articular y monitorear la progresión de la enfermedad.

4. Tratamiento

El tratamiento de la AR se centra en reducir la inflamación, aliviar los síntomas, prevenir el daño articular y mejorar la calidad de vida.

  • Medicamentos Antirreumáticos Modificadores de la Enfermedad (FARME): Son la base del tratamiento y se utilizan para frenar la progresión de la AR. Incluyen fármacos como el metotrexato, leflunomida y sulfasalazina.
  • Terapias Biológicas: Estos medicamentos, como los inhibidores del factor de necrosis tumoral (TNF), los inhibidores de la interleucina-6 (IL-6), y los inhibidores de la coestimulación de las células T, se utilizan en casos moderados a graves cuando los FARME tradicionales no son suficientes.
  • Corticosteroides: Pueden usarse a corto plazo para controlar la inflamación aguda.
  • Analgésicos y AINEs: Se utilizan para el control del dolor y la inflamación, pero no modifican la progresión de la enfermedad.

artritis reumatoidea

5. Manejo Integral

El manejo de la AR requiere un enfoque multidisciplinario.

  • Rehabilitación Física: La fisioterapia y la terapia ocupacional son fundamentales para mantener la movilidad articular, mejorar la función física y reducir el dolor.
  • Cambios en el Estilo de Vida: Se recomienda dejar de fumar, mantener un peso saludable y realizar ejercicio regular de bajo impacto para mejorar la salud general y reducir la carga de la enfermedad.
  • Monitoreo Regular: Los pacientes con AR deben someterse a evaluaciones periódicas para ajustar el tratamiento según sea necesario y prevenir complicaciones.

6. Complicaciones

Si no se trata adecuadamente, la AR puede llevar a complicaciones graves, como deformidades articulares, discapacidad funcional y un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

  • Deformidades Articulares: La inflamación crónica puede causar daño irreversible a las articulaciones, resultando en deformidades como la desviación cubital o el cuello de cisne.
  • Enfermedades Cardiovasculares: Los pacientes con AR tienen un mayor riesgo de aterosclerosis y enfermedades cardiovasculares, debido a la inflamación crónica y los efectos adversos de algunos tratamientos.

Conclusión

La artritis reumatoidea es una enfermedad compleja que requiere un diagnóstico temprano y un tratamiento agresivo para prevenir el daño articular y mejorar la calidad de vida del paciente. Los avances en la investigación y el desarrollo de nuevos tratamientos han transformado el pronóstico de la enfermedad, permitiendo a muchas personas llevar una vida plena y activa.

Referencias

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